viernes, 7 de mayo de 2010
Vertiginosa, así es la polifacética María Emilia Attias (22), igual que su agenda diaria. Se despierta a las seis de la mañana, va a grabar, sale a las cinco de la tarde, va a entrenar, vuelve a su casa, llega Mariana, su esteticista, luego tiene clase de canto, más tarde cocina para su novio–marido, el Turco Naim Sibara (43), con quien convive en una casa de Belgrano. Le encanta agasajarlo. “Soy muy servicial. Vivo atendiéndolo. Me fascina cumplirle los caprichitos. Voy al super y le compro todo lo que le gusta. Cuando tenga hijos quiero ser igual: los voy a despertar para servirles el desayuno con la mejor leche, las tostadas más ricas, las mejores frutas”, cuenta la actriz que hoy triunfa protagonizando por tercera temporada Casi Angeles por Telefe, pero también supo ser reconocida como vedette revelación en 2006, junto a Miguel Angel Cherutti y Reina Reech. Emilia luce radiante en la producción fotográfica y se confiesa enamorada. Es fácil comprobarlo, porque cuando el Turco se le acerca para saludarla, ella parece derretirse: “Es el hombre de mi vida”, arriesga, y se sonroja. Luego sigue jugando, hipersensual, frente a la cámara. “Soy una mujer a la que le gusta gustar”, admite.
–Perdón, pero tu confesión inicial me da lugar para la primera pregunta: hablaste de que te encanta agasajar a tu novio y te proyectaste sirviéndoles el desayuno a tus futuros hijos. ¿Cómo está la relación con el Turco Naim? Porque se habló de crisis... ¿O ya tienen fecha de casamiento?
–En este último tiempo me casaron, me separaron, me embarazaron. Y fue todo mentira. No pegaron una: ni me casé, ni tengo hijitos, ni me peleé con mi novio. Al contrario, estamos felices, viviendo un momento increíble. Nos acompañamos mucho. Estamos viviendo una etapa muy linda de la pareja, de solidez. Todo muy romántico...
–¿Cuánto tiempo llevan juntos?
–Estamos empezando a recorrer el cuarto año, y es como que ya empezás a proyectar...
–¿A proyectar? Ah... Entonces...
–Una familia. Tenemos deseos. No ya, pero va a venir... Me había enamorado alguna que otra vez, pero cuando era adolescente. Este es mi primer hombre, el hombre de mi vida.
–Romántica confesión. ¿Me podés contar qué encontraste en él?
–Con el tiempo me di cuenta realmente de cuáles son las cosas que me enamoraron. Al principio no lo podía explicar, sencillamente porque el amor es inexplicable. Quería estar a su lado las 24 horas, estaba nerviosa, quería darle besitos todo el tiempo. Después empecé a ver qué es lo que me unía. El tiene una manera de vivir la vida con fuerza, va siempre para adelante. Es muy artista, tiene ganas de hacer arte todo el tiempo. Es algo que motiva su vida. Siempre va a pelear por brillar en lo que hace.
–¿Vos también te definís un poco así?
–Soy una mujer jugada para muchas cosas, y él es igual. No lo hacemos desde la furia y el ego. Ni siquiera desde la rebeldía. Estamos muy tranquilos de alma, ni exaltados ni creídos. Somos muy del hogar, sin exposición. No salimos, nos quedamos en casa. Y a veces proyectamos, escribimos, pensamos que nos gustaría hacer tal película. Somos muy creativos con la música, con los guiones. Como almas gemelas. Yo soy muy explosiva y él me tranquiliza bastante.
–¿Utiliza el humor para enamorarte?
–Es muy ácido, un h... de p..... Tiene muchas pilas. Los dos somos muy apasionados.
–¿Será que están tan bien que no piensan ni en casarse ni en tener hijos ya?
–Se va a dar. A los hijos los deseamos de corazón. Pero cuándo, no te puedo decir.
–¿Entonces no es una prioridad?
–No, es un deseo desde el amor.
–En alguna nota dijiste que te gustaría tener gemelos.
–Sí, porque en mi familia mi papá es gemelo. Y mis hermanas son mellizas. Además, una vez soñé que tenía gemelos. Me imagino una vida llena de hijos.
–Hablás más de niños que de casamiento.
–El casamiento es una circunstancia, pero también es cierto que cuando te casás, tomás un compromiso y le decís al otro: “Estoy segura de que te amo”.
–¿En tu vida personal, en la intimidad, qué tipo de mujer sos?
–Soy más bien rea, guarra, relajada, sencilla, pero muy sensual. Sexy de sexual, no. No me gusta, me incomoda, no va conmigo. Soy una mujer romántica, idealista. Ya tengo mi hombre, y lo quiero para siempre. Y si soy muy sexual, los hombres me van a demandar lo que no estoy dispuesta a dar. Soy sensual porque me gusta agradar.
–¿Cómo manejás ese límite entre lo sensual y lo sexual? ¿Decís ‘hasta acá llego’?
–No lo manejo. La sensualidad es algo innato. Vengo de una familia de mujeres fuertes. Tengo incorporada esa cosa de que la mujer debe ser encantadora y con un rol muy desarrollado. Lo heredé. Me analizo y me doy cuenta de cómo es mi personalidad. Pero no ando pensando qué generar en los hombres, porque ahí sí pasás a ser sexual.
–Leí que te das baños de inmersión para ahuyentar malas ondas...
–Me gusta mucho estar en contacto con la naturaleza, y en la ciudad no se puede. Está bueno estar sumergida y colocar una vela, aromatizar... Es que a veces suelo contracturarme, porque bailo mucho. Me agrada escuchar cómo cae el agua y poner la mente en blanco. Me apasiona meditar. Lo hago con fuego y siento que la llama me va quemando todo lo que me hace mal. Por el contrario, cuando sufro un vacío, una angustia, ese calorcito me llena.
–¿Seguís profundizando tus creencias en la Kabbalah?
–Soy muy curiosa con todo lo que tiene que ver con las filosofías espirituales, con las religiones. No profeso una religión, no creo que adopte ninguna.
–¿No respondés a la religión católica ni a ninguna otra?
–No respondo en lo que a práctica se refiere. Sí creo en la energía, en la fe. La Kabbalah me fascinó, porque es una herramienta para poder vivir bien, sin karmas ni pesares. Sigue siendo una filosofía increíble. Siempre tengo mis libros en mi camarín y en mi casa. Tengo mis conceptos y los aplico. Me ayudan a estar muy bien, a no caotizarme.
–¿La recomendás para evitar el estrés, las depresiones?
–Sí. Igual, ahora estoy con el tema de las energías, más chamánica. Con eso de que el fuego te calma, te llena, el agua te baja. Tampoco se puede estar siempre en estado zen.
–¿Y el Turco te sigue en todo esto?
–Sí, es súper espiritual, muy chamánico también. Pero no está todo el tiempo con eso. Yo sí: creo en todas las energías. El me mira y me dice: “No, ya tanto no creo”.
–Dijiste en alguna nota que te gustan los hombres viriles.
–Me gustan más bien reos. Y mi novio es un hombre reo, un hombre bien hombre.
–¿Cómo juega la diferencia de edad entre ustedes?
–Nunca me di cuenta. No se nota. No me lo planteo, porque no lo entiendo de esa manera. Yo me enamoré de él no por su edad, sino por su personalidad.
–¿Sos de darle indicaciones con referencia a lo estético?
–No mucho. Sí me interesa gustarle. Igual, yo tengo mi personalidad, pero siempre lo consulto. El es más reíto, más hippie, de usar túnicas. No es estructurado, sí coqueto y con buen gusto. A veces diseña sus propios trajes. Su sencillez me encanta. Es fundamental para la vida tomarse todo con calma. Está haciendo una película que se llama Las calaveras. Escribe guiones, dirige, compone, tiene una banda –Gin Tonic–... Y actuando es un grosso. Lo que pasa es que todavía no le dieron la oportunidad.
–¿Tus tatuajes tienen que ver con algo místico?
–Tengo una carita, un perfil –deja ver su atractiva cadera derecha–. Y en el pie tengo un pavo real con sus plumas abiertas, que en el hinduismo implica fertilidad y feminidad.
–¿Cómo hiciste para salir ilesa de los escándalos cuando fuiste vedette?
–Siempre seguí una corazonada e hice lo que quise. Y lo de vedette fue increíble. Me encantó, no me arrepiento.
–¿Volverías a intentar con las plumas?
–No sé. Es como si me preguntaras si volvería a usar rastas. Estuvo buenísimo, pero fue una experiencia.
–¿No temés que te encasillen por estar trabajando para un público joven?
–No tengo miedos en mi carrera.
–¿Cuánto te beneficia contar con el respaldo de Telefe y Cris Morena?
–Es un apoyo tremendo. Me siento reconocida. Trabajo con gente admirable. Y tengo 22 años. Espero que me siga yendo así hasta los 80, y seguir divina (ríe). Soy muy coqueta.
–¿Entonces aceptás cirugías?
–Cirugías no. Sí gimnasia con mi entrenador, Pablo Benadiva, y Mariana Fariña, que cuida la estética de mi cuerpo.
–¿Tenés puntos débiles? Porque hasta ahora hablamos sólo de las virtudes...
–Soy sensible. Sufro mucho por los otros. Siento culpa de lo que pasa a mi alrededor.
–¿Qué te pasa en la calle con los hombres?
–Me dicen cosas, algunas guarras, pero nunca me faltan el respeto. Creo que es porque no despierto eso, pero además porque mi novio tiene buena relación con los hombres.
–¿Sos celosa?
–Los dos lo somos. Nos gusta celarnos: somos muy italianos. Algunas veces han volado algunos platos... (ríe). Pero las peleas duran un ratito.
–¿En la intimidad sos muy seductora?
–Los dos nos seducimos.
–¿No está el que lleva más la iniciativa?
–Me da un poquito de vergüenza entrar en detalles, pero nos identificamos con los tanos. Somos puro amor y pasión, y eso trae peleas... pero también reconciliaciones.
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